Pedro Pepe era un caballo
que había quedado ciego tras herirse los ojos en una carrera, era guiado
mediante una soga por Mariana, una
pequeña perrita muda, que solo sabía
silbar y estaba permanentemente hambrienta, junto a ellos los acompañaba una
niña llamada Clara, una niña sorda, hija del dueño del pura sangre.
Un día salieron a pasear y
se encontraron con otra niña llamada Melodi que solo podía hablar si acompañaba
las palabras con música, esta les pidió permiso para montarse sobre Pedro Pepe,
como él era tan alto y ella tan pequeña, en cada intento de montarlo se caía en
el lodo, al fin con su carita pintada de marrón por el barro les pidió ayuda
para hacerlo.
Mariana soltó un silbido,
que le dio a entender a Pedro Pepe que se agachara para que Melodi se montara.
El caballo como no veía era
controlado por Mariana mediante diferentes silbidos y de esa manera evitaban que se equivocara o se
saliera de la ruta…
Todo iba bien, Melodi
tarareaba una hermosa canción, que los demás al parecer la disfrutaban.
Pero desde lejos le llegó a
Mariana un poderoso olor, solo de pensarlo se le hacía agua la boca, aún no se
había desayunado y sus tripitas se revolcaban de hambre… Sin querer salió
corriendo tras ese sabroso aroma, como era lógico Pedro Pepe la siguió “esmachetado”
y Melodi aterrorizada, iba sobre él cantando
la novena de Beethoven… en 45 rpm y dando bandazos.
Mariana viendo su error
trató de enmendarlo, empezó a silbar como loca para hacer que Pedro Pepe se
detuviera, pero ya era tarde, él también había olido esa fragancia de la cual
era fanático…y para colmo tampoco había comido
Clara no entendía lo que
pasaba, pero igual corría detrás del caballo agitando sus brazos.
La
gente al ver aquel caballo grandote, corriendo desbocado,
y
encima de él una “enana” con su cara pintoreteada de marrón,
y
a un lado una perrita silbando,
y
detrás siguiéndolos otra niña con la boca abierta que solo agitaba sus brazos,
…no
les quedo remedio sino huir hacia todos lados, dejando en el camino: bolsas,
zapatos, copas de vino con su respectiva botella y cuanto llevaban en sus
manos.
Pedro
Pepe, no le importaba lo que pasaba a su alrededor, al fin y al cabo era ciego,
siguió cabalgando hasta pasar la entrada del parque…
¡Era
de allí de donde salía la sabrosa fragancia!
Un vendedor con su carrito, al
ver aquella avalancha de animales y ¿enanas?
Huyó
gritando:
¡Ay
Diosito son espantos!
¡No
me maten! ¡No me maten!
…Dejando
el carrito volcado en el pasto.
Cuando
Pedro Pepe y los otros llegaron, se
pararon en el acto
¡Allí
es donde estaban los cientos de olores que hacían la boca agua!
El
olor del pan recién calentado, las salchichas borboteando en el agua y el aroma
de todas las salsas. Adiós a las
carreras y al miedo. Era el momento de llenar la barriga.
A lo lejos sonaban las sirenas de la policía
buscando los culpables de aquel desastre. Tropezaron con el vendedor de perros que
aún sentía pánico, y les dio el retrato hablado de un monstruo de dos cabezas,
una como de dragón botando baba por la boca y otra horrible cara de color
marrón que cantaba desafinada, y tenía por debajo un sinfín de patas que
silbaban como llamando al diablo.
-¿y
por donde se fueron?
Interrogaba
los gendarmes:
-¡Por
ahí! ¡Por ahí!… y señaló la entrada del
parque, temblándole aún sus piernas.
Los
policías impresionados por el cuento del vendedor, decidieron esperar refuerzos
militares, estos llegaron con armas de última tecnología, uniformes contra
balas de alto calibre y contra fuegos, incluso los producidos por escapes de
uranio y plutonio, cascos recubiertos de metales recién declarados que impedían
cualquiera intromisión craneal, sin contar con las sogas y otras armas
especiales, en fin tenían “con que” atrapar cualquier monstruo.
Sigilosos
ingresaron por las dos entradas del parque buscando al dragón de dos cabezas,
hurgaron todo, hasta levantaron las raíces de los apamates sin encontrar nada. Casi estaban apunto de marcharse, cuando
vieron a lo lejos unas sombras moviéndose.
El
coronel que dirigía la operación llamada por ellos “la caza del Dragón uno”,
les ordenó aplicar la técnica de las tijeras (esta consistía que los “mas nuevos” fuesen las
afiladas y bien amoladas hojas que al
cerrarse no dejaban pasar nada y el otro grupo –los de mayor antigüedad- serían
los “mangos” que estarían en la retaguardia, prestos a juntarse para evitar que
el enemigo los alcance… y que los “mas nuevos” huyan), y el eje que estaría en
el centro (considerado el punto común donde convergen ambos ejércitos …protegiéndolo
a él…por supuesto).
En
la medida que se acercaban sigilosamente a las sombras comenzaron a
distinguirse sus perfiles. Vieron un bulto grande y gordo tendido del lado
izquierdo, cerca de el estaba una figura femenina muy pequeña cuya boca
chorreaba algo rojo y espeso que parecía sangre, otra fémina estaba en el suelo
tapado todo su cuerpo de una sustancia marrón y un poco mas allá, como dormida,
algo que les recordaba un pequeño cuadrúpedo.
¡QUIETOS!!!
Fue
el grito del oficial desde una distancia segura, pero nadie se movió -parecen
muertos- pensó y esto envalentonó al militar, logró pararse al lado del bulto
grande dándose cuenta que era simplemente un caballo, las otras eran tan solo
dos niñas embarradas de salsa de tomate y lodo, y el pequeño cuadrúpedo era
simplemente una perrita…y todos durmiendo una siesta…
A
su alrededor las hormigas hacían desguace con las migajas de “perro-calientes”
dejadas por los huéspedes.
El
Coronel tomó unas fotos de los comensales y se alejó en silencio con sus tropas
para no despertarlos. Cuando estaban suficientemente retirados ordenó a sus
hombres quitarse algunos uniformes, llevarlos a donde estaban unos restos de
arboles grandes, colocar el silenciador a todas las armas y disparar hacia
ellos. Al acabar el fuego, rescataron sus maltrechos uniformes y se marcharon a
su comando.
En
la mañana siguiente todos los periódicos, mostraban como primera página una
foto de los militares con sus uniformes chamuscados, acompañados del comunicado
siguiente: “el ataque que tuvieron que
soportar nuestras fuerzas armadas, ante la invasión de algunos seres extraños,
que ayer causaron pánico y desaciertos a buena parte de nuestra población, fue terrible, pero gracias a nuestro gobierno
que ha aumentado casi más del 1000% nuestras dotaciones de última generación, pudimos
salir airosos de este “encuentro cercanos de tercer tipo”.
Mas
abajo había otra foto donde aparecían: Pepe Pedro, Mariana, Clara y Melodi con
el siguiente escrito: “Estamos haciendo
el censos de nuestros habitantes para averiguar cuales de ellos fueron
arrancados de nuestro planeta. Los de esta fotografía fueron una parte de los
seres (dos niñas, un caballo y una perrita) rescatados por nuestra fuerzas
armadas, que cuando los conseguimos ya estaban hipnotizados y prestos a ser
secuestrados por los extraterrestres.
Si usted tiene algún
desaparecido, por favor comuníquese con nuestro teléfono
“no te vayas mi amor” o “6683-82557-642667”.
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