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martes, 4 de noviembre de 2014

La Yegua Gris con crines de arcoiris

“La yegua Gris con crines de arcoíris”
(Simón Oliveira)

Esta historia fue real y sucedió por los años de 1957-58, lamentablemente el tiempo la había tirado en el pote de los olvidos, (Tenía 8 años cuando sucedió…hoy tengo 64 años). 

Decidí escribirla después de tropezarme con una carpeta donde a veces mis alumnos guardan sus bocetos, sus ideas, para luego pasarlas en el lienzo.
Lamentablemente este hermoso boceto no está firmado, por lo que no puedo darle las  “gracias” y sus meritos al creador…Pero quien lo haya hecho utilizo la magia de crear…                     
Y Dios te de su bendición…

La tarde comenzaba a meterse por las rendijas del viejo potrero y las reses comenzaban a juntarse para retener el poco calor que se iba marchando.

De repente, desde su albergue, los perros de caza comenzaron a ladrar; los animales del potrero, sin separarse, alzaban la cabeza tratando de averiguar cuál era el alboroto.

Yo tendría 8 años y estaba en la hacienda de mi abuelo pasando unas vacaciones “obligadas”, que luego, con la adultez, me enteraría cual fue la causa: Mi padre era rebelde y fue detenido por una institución que en ese tiempo era llamada “La Seguridad Nacional”.

Al escuchar aquel alboroto recordé el zaperoco del allanamiento y nuevamente el miedo se arropó conmigo… pero poco a poco la curiosidad, al igual que a las vacas, me acercó a la ventana; desde allí logré ver apenas unas sombras que se dirigían a la casona, en la medida que se acercaban pude distinguir al viejo caporal, al que llamaban “El General”, este calificativo fue idea del abuelo cuando se enteró que este capataz tenía de ascendientes: un tatarabuelo que luchó en las guerras de la independencia.

“El General” era famoso por sus domas de caballos y por contar historias que trataban de las hazañas de su tatarabuelo y que yo disfrutaba haciéndome sentir que era uno de esos soldados combatientes.

A su lado traía dos caballos, como estaba muy oscuro no atiné a verlos bien… y tomé la sabia decisión de irme a la cama y dormir, dormir, dormir…al fin mañana será otro día.

A la mañana siguiente fui despertado por un concierto de gallos, que afinaban sus cantos y sus espuelas, tratando de sacar a  las gallinas de su corral. Sin embargo me quede acostado tratando de re-empezar el sueño. 

Hasta que llegó “Elba” mi hermanita mayor. Desde el cuarto podía escuchar su zapateo subiendo la escalera de madera… y acompañada de gritos que retumbaban en el caserón:
 ¡Simón! ¡Simón!   Ven a ver lo que trajeron… ¡Es algo muy bonito!

Yo desde la cama, comenzaba a sentir rabia, e igualmente también  le gritaba… ¡Ya voy, ya voy!

Muy molestó me vestí y en vez de bajar las escaleras que daban a la enorme Sala, me colé por la que me llevaba directo a la cocina.

Esa cocina, parecía un castillo, tenía de todo y en todas partes guindaban cucharones de todos los tamaños.
Casi se podía pensar que quien mandaba allí era una mujer de color a chocolate acaramelado… y grandota, que me parecía en aquellos tiempos una montaña viviente.

Apenas yo aparecía en su “Castillo” me levantaba y abrazándome, comenzaba a bailar, yo me reía como si ella fuera una de las  hermosas hadas, que mi madre acostumbraba a mencionarlas en sus cuentos… aunque ella era un poco mas gordita.

Además siempre me recibía con un vaso repleto de un sabroso chocolate. Mi abuelo, cuando iba a entrar a la cocina siempre decía: “Juanita con su permiso” y ella le contestaba, “lo tiene Don Perdomo”.

…Pero esa mañana fue distinto, estaba tomándome mi chocolate, cuando de pronto mi abuelo y mi hermana entraron corriendo, sin saludar a nadie.

Mi abuelo me tomó en sus brazos, “ven Simón quiero que veas algo que te va a gustar”,  y antes de salir le pidió disculpas a Juanita por haber entrado sin su permiso, invitándola a que nos acompañara hasta la puerta principal.

Cuando crucé la puerta me quede perplejo, frente a mí estaba una hermosa yegua gris plateado, acompañada por un potrillo de igual color, pero lo que me dejó encantado fueron sus crines y sus colas, todas ellas parecían un arcoíris…nunca había visto tanta belleza.

Mi abuelo me tomó por la cintura y con cuidado me colocó sobre el lomo de la yegua, esta volteó para verme y ambos quedamos cara con cara,  no sé si fue mi idea pero sentí que ella me sonreía…

Luego el abuelo me paseó un rato hasta que mis asentaderas se cansaron. Por unos momentos me sentí uno de los personajes de los cuentos del “General”…

Durante la estadía se convirtió en costumbre el cabalgar un poco con la yegua: Arcoíris” (el nombre se lo puse yo, por el color de las crines y los rabos).

Pasaron unos meses y en enero de ese año (1958)  nos llegó la noticia que papá estaba libre, y todos gritamos ¡Gracias Dios mío¡ …luego  el llanto se mescló entre la alegría bienvenida de mi padre y la tristeza de la despedida del abuelo.

Arreglamos los macundales para partir hacia Caracas, Juanita me abrazo llorando, mi abuelo se despidió también con un apretón algo “húmedo” y en cuanto al mismo “General” que estaba detrás de un árbol, me llegó el olor de la tristeza.

Llegamos a Caracas, y ya todo había terminado, mi padre nos explico lo que había pasado el 23 de enero y lo que estaba sucediendo en mi país…

Han pasado muchos años y muchos quehaceres, hoy tengo un hermoso trabajo que consiste en disfrutar la compañía de incontables muchachos (hembras y varones) de todas las edades, que se acercan a mi escuela para aprender con alegría la magia de la creación…con pinceles en vez de varitas mágicas.


En cuanto a la yegua y su potrillo, luego de mucho tiempo de creer que el color de sus crines era real, mi abuelo me explicó que el color gris era natural pero tenían la crin y los rabos pintados porque fueron invitadas para un festival.  

jueves, 9 de octubre de 2014

La Mariposa (de Ángelica Iliano)


Escrito y pintura
por Angelica Iliano
(8 años)
 
“La mariposa”

 
Mariposa, mariposita,

tus colores son bellos,
tus alas muy grandes,
y te gustan las flores.

 
Mariposa, mariposita,
tu cabeza es pequeñita
muy delicada,
y bella como una flor.

 

Mariposa, mariposita,

eres fantástica…
y pensar que cuando naciste
no tenías esas hermosas alas,
 tu cuerpo era tan flaco,
que te llamaban gusanito
porque no podías tener antenitas.

 

Mariposa, mariposita,

después  de un tiempo
te fuiste arropando con el color
de una hoja gruesa…
…hasta que vinieron las
primeras gotas de la primavera.

 
Mariposa, mariposita

y empezaste a estirarte,
como si te estuvieras quitándote una cobija,
y de pronto salieron tus antenitas,
acompañadas de tus hermosas alas
y me imagino que tenías hambre
porque te fuiste volando
de flor en flor…sin decirme adiós.

 

 
Angelica Iliano

lunes, 6 de octubre de 2014

Homenaje a Simón Díaz (Exposición "Gracias Tío Simón)


Año 1928, mes agosto… nacen dos estrellas de las artes, una el día 6, en Pittsburgh (ciudad de Pensilvania en Estados Unidos), el otro el día 8, en Barbacoas (Edo. Aragua, Venezuela)… y como cosas del destino fallecieron ambos un mes de febrero.

 El uno fue: Artista Plástico y cineasta entre otras cosas, el otro: músico, compositor, intérprete, locutor y  muchas cosas más. 

 Uno, el norteamericano: desempeñó un papel importante en el nacimiento y desarrollo  del “Pop-Art” siendo considerado como el artista  americano más influyente de la segunda mitad del siglo XX…

 El de nuestra patria: fue y será siempre respetado como el rescatador de la casi extinta “Tonada Llanera”, ganador de muchos premios (incluyendo un Grammy).

 Sus Nombres: Andrew Warhola, mejor conocido como Andy Warhol y  nuestra estrella venezolana: Simón Narciso Díaz Márquez… mejor conocido como “Tío Simón”…

 Son alrededor de 50 cuadros, cada uno de ellos plasmando, de acuerdo a su edad, la interpretación de una de las muchas canciones compuesta o entonada por nuestro “Tío Simón”.

 Con esto deseamos enseñarles, aún a los más pequeños, lo grande y valioso de uno de los tantos personajes, “constructores de nuestra patria”

 
Exposición “Gracias Tío Simón”

La “Sala de artes Visuales Manuel S. Pérez” y los alumnos de la “Escuela de arte Simón Oliveira”: sienten el honor de dedicarles, al público visitante, la muestra pictórica titulada: “Gracias Tío Simón”, queriendo reflejar en cada uno de sus trabajos, un pedacito del legado y de la música que compuso o interpretó el maestro: Simón Narciso Díaz Márquez.

La muestra está compuesta de 53 obras, donde cada artista (muchos de ellos con muy poca edad) aprendió a conocer, gracias a sus padres y a sus pinturas, la importancia que representa en nuestra historia musical: el “tío Simón”.

Igual de interesante fue el proceso de elaboración de cada cuadro, ya que cada creador, primero tuvo que elegir (y nuevamente gracias a los padres), un tema musical, luego de oírlo, hubo que escoger la estrofa que representaría en su “bastidor” (pero antes fue dibujada y discutida como boceto) para al final ver la belleza y la interpretación que realizan… en cada uno de sus lienzos.

Nuestros artistas, a pesar de tener edades que van desde los 5 hasta los 16 años, han reflejado en esta muestra, a pesar de la risa y las travesuras que siempre los acompañan, la seriedad y el esmero que cada uno puso en su creación.

 Como anécdota: algunas de las madres acompañantes, que también pintan con  los niños más pequeños (de 4 a 6 años), luego de terminar las obras, nos regalaron un montón de “lágrimas de alegría”.

 Nuestros alumnos, valiéndose del pincel y la pintura como instrumentos, les regalan a los visitantes, un concierto de colores titulado: “Gracias Tío Simón”.

 Para ver todas las obras (dandole clik a los cuadros podrán leer las canciones)
 
https://www.facebook.com/media/set/?set=a.10203779592243676.1073741851.1635197255&type=1&l=73c61b2eed

 

lunes, 8 de septiembre de 2014

"Hielo" Cuento de Ernesto Borges (con ayuda de Andrea Villegas y S. Oliveira)

Dibujos de Ernesto Borges, Montaje S. Oliveira
El Hielo
Cuando Ana me habló de aquel “proyecto” no me pareció una buena idea. Escalar el “Monte Nevado” no me llamaba la atención. Aunque en mi juventud el montañismo era una de mis actividades favoritas, tenía bastante tiempo que no escalaba y el hacerlo ahora me resultaba un gasto excesivo de mi energía.

Sin embargo, la mirada dulce de Ana me convenció y un día después escalábamos el “Monte Nevado”… para mi pesar.

Con un tétrico clima que a Ana no parecía importarle, por más que la temperatura descendiera más de lo normal y el viento amenazador silbara en nuestros oídos, seguimos avanzando hasta que el clima no lo permitió y tuvimos que refugiarnos en una pequeña gruta que de casualidad vimos.

Ana me miró y extrañada me dio el mapa, allí no estaba marcada esta caverna.

Permanecimos un buen rato en la entrada de la cueva, esperando que pasara el mal tiempo, hasta que la extrema curiosidad de Ana pudo mas que su sentido común…y que mis ruegos de desistir. Y comenzamos a caminar hacía el interior de aquella oscura cueva.
Después de unos minutos de caminata, encontramos una pared de roca que impedía el paso y decidimos regresar, pero mis ojos descubrieron algo más: Una pequeña abertura en una esquina, de la cual salía un brillo casi imperceptible, esta vez fue mi curiosidad la que nos impulso entrar.

Luego de una corta discusión, nos arrastramos por aquella abertura, dejando atrás parte de nuestro equipo y para nuestra sorpresa nos encontramos en una extensa caverna de hielo, pero más sorprendente aún: la temperatura debería estar a mas de 20°C, sorprendidos y alegres con nuestro descubrimiento nos quitamos los abrigos y las correas metálicas de seguridad e incluso el clima era tan agradable que también nos quitamos los zapatos de ganchos…Quedando tan solos con la ropa interior de cada uno.
Mientras yo miraba la hermosa mujer que estaba a mi lado, ella comenzó a divagar fascinada sobre la causa de este fenómeno.


Sugirió ideas como:
“A lo mejor estamos cerca de un depósito de lava, eso explicaría la cálida temperatura”.
“O tal vez llegamos a la boca de una hondonada donde tal vez existe una bolsa de algún gas que genere calor”…sin detenernos a pensar que el hielo se derrite a una temperatura mayor a 0°C.

Al cabo de un rato nos fue invadiendo un gran cansancio, Ana, se recostó a dormitar un poco, y yo, sin pensar, me acomodé para hacer lo mismo.

No sé cuanto tiempo estuve dormido, pero me desperté sobresaltado por los gritos de Ana, cuando la vi, su cuerpo estaba casi tapado por el hielo, como si la estuviera absorbiéndola e inmovilizándola por completo, trate de incorporarme para ir en su ayuda, pero yo también estaba siendo cubierto y ya me era imposible mover un solo músculo.

De pronto me percate de algo, ¡Hacía más calor que antes! Y ¡Dios yo estaba sudando!...o me hundía, o era que el hielo se movía. Estaba aterrado, Ana lloraba, con un dejo de voz, yo quería gritar, para que luchara pero mi garganta era poco a poco apretada por esto que llamamos “Hielo”, y vi como el cuerpo de Ana y el mío era absorbido lentamente…

…No recuerdo cuanto tiempo pasó y tan poco como salí de aquel lugar, supongo que perdí la conciencia en algún momento, y luego…
¡Desperté en la entrada de la caverna!

Titiritando de frio, junto a mis cosas. Como pude me vestí, el clima de la montaña había mejorado mucho.

Grité de alegría, pero de pronto me percaté de que Ana no estaba a mi lado, corrí nuevamente hacia el interior de la cueva a buscarla y no pude más que desplomarme en el suelo a llorar cuando vi que la apertura no estaba por ningún lado. Pensé que quizás Ana había descendido sola de la montaña, sin haberme visto, pero no, cuando baje, Jamás volví a saber de ella.

De vez en cuando vuelvo a escalar el monte “Nevado”, en busca de la extraña cueva, pero no he vuelto a encontrarla.

En uno de estos viajes, me detuve a descansar en una posada que tenía por nombre: “El hielo que se mueve”, me llamó la atención el nombre, y era atendida por una señora de mucha edad y de origen  Alemán. El paisaje hermoso que desde allí se veía me hizo quedarme a pasar la noche.

 A la hora de la cena, había poco comensales, y allí oí por casualidad que hablaban sobre una vieja leyenda, que contaban los pobladores de las partes bajas de la montaña, la llaman “El hielo que se mueve”…como la posada, y hablaban de una criatura que se convierte en cueva y que tiene una boca que brilla como el hielo y que poco a poco duerme a los que se atreven a entrar para ser digeridos lentamente…

Sentí como el miedo corría por mi columna, llegaba al cuello y como si me estuvieran ahorcando me fui en vómitos, desmayándome.

Cuando volví en mi, estaba en una cama, a mi alrededor varias personas me vigilaban. La señora Alemana me preguntó qué fue lo que me pasó, y casi llorando le conté lo que me había sucedido, al terminar todos quedaron en silencio.

Al cabo de un rato ella me contó su historia:
Esta posada fue construida por su abuelo luego de tener una experiencia como la mía, allí desapareció su esposa, y él como de milagro, logró salvarse. Luego de recuperarse, pensó que quedandose aquí podía buscarla, y así lo hizo hasta su muerte.

Los padres de “Christel” (así se llamaba la dueña de la posada), acompañaron al abuelo en su búsqueda, pero luego de su muerte decidieron marcharse a Francia, abandonando la vieja posada, hasta que Christel consideró que era buen negocio poner a trabajar este alberge…y se vino al monte “Nevado”.

Mi curiosidad me obligó a preguntarle, como se salvo su abuelo y ella no supo como contestarme, sin embargo otro de los parroquianos presentes nos relató que a un amigo le había sucedido lo mismo, solo que esa vez, la pérdida fue de toda su familia: mujer e hijos, pero a él, solo se le había salido un poco un “clavo” que tenía en la rodilla, por eso bajo de la montaña gateando…

…en ese momento la señora Christel se acordó que su abuelo tenía también “clavos”, pero en los brazos, y estuvo hospitalizado luego del accidente para acomodárselos.

En ese instante, todos bajaron la mirada hacia las mangas de mi pantalón, y allí se dejaba ver un trozo de metal que comenzaba en mi rodilla y terminaba en el zapato…
Ernesto Borges
Andrea Villegas

S.Oliveira

lunes, 7 de abril de 2014

"Pedro Pepe"...Mi caballo favorito. Autora (Dibujo y escrito) Krystalmar




Pedro Pepe era un caballo que había quedado ciego tras herirse los ojos en una carrera, era guiado mediante  una soga por Mariana, una pequeña  perrita muda, que solo sabía silbar y estaba permanentemente hambrienta, junto a ellos los acompañaba una niña llamada Clara, una niña sorda, hija del dueño del pura sangre.

Un día salieron a pasear y se encontraron con otra niña llamada Melodi que solo podía hablar si acompañaba las palabras con música, esta les pidió permiso para montarse sobre Pedro Pepe, como él era tan alto y ella tan pequeña, en cada intento de montarlo se caía en el lodo, al fin con su carita pintada de marrón por el barro les pidió ayuda para hacerlo.

Mariana soltó un silbido, que le dio a entender a Pedro Pepe que se agachara para que Melodi se montara.

El caballo como no veía era controlado por Mariana mediante diferentes silbidos y  de esa manera evitaban que se equivocara o se saliera de la ruta…

Todo iba bien, Melodi tarareaba una hermosa canción, que los demás al parecer la  disfrutaban.

Pero desde lejos le llegó a Mariana un poderoso olor, solo de pensarlo se le hacía agua la boca, aún no se había desayunado y sus tripitas se revolcaban de hambre… Sin querer salió corriendo tras ese sabroso aroma, como era lógico Pedro Pepe la siguió “esmachetado” y Melodi aterrorizada,  iba sobre él cantando la novena de Beethoven… en 45 rpm y dando bandazos.

Mariana viendo su error trató de enmendarlo, empezó a silbar como loca para hacer que Pedro Pepe se detuviera, pero ya era tarde, él también había olido esa fragancia de la cual era fanático…y para colmo tampoco había comido

Clara no entendía lo que pasaba, pero igual corría detrás del caballo agitando sus brazos.

La gente al ver aquel caballo grandote, corriendo desbocado,

y encima de él una “enana” con su cara pintoreteada de marrón,

y a un  lado una perrita silbando, 

y detrás siguiéndolos otra niña con la boca abierta que solo agitaba sus brazos,

…no les quedo remedio sino huir hacia todos lados, dejando en el camino: bolsas, zapatos, copas de vino con su respectiva botella y cuanto llevaban en sus manos.

 

Pedro Pepe, no le importaba lo que pasaba a su alrededor, al fin y al cabo era ciego, siguió cabalgando hasta pasar la entrada del parque…

 

¡Era de allí de donde salía la sabrosa fragancia!

 

Un vendedor con su carrito, al ver aquella avalancha de animales y ¿enanas?

Huyó gritando:

¡Ay Diosito son espantos!

¡No me maten! ¡No me maten!

…Dejando el carrito volcado en el pasto.

 

Cuando Pedro Pepe y los otros  llegaron, se pararon en el acto

 

¡Allí es donde estaban los cientos de olores que hacían la boca agua!

 

El olor del pan recién calentado, las salchichas borboteando en el agua y el aroma de todas las salsas. Adiós  a las carreras y al miedo. Era el momento de llenar la  barriga.

 

 A lo lejos sonaban las sirenas de la policía buscando los culpables de aquel desastre. Tropezaron con el vendedor de perros que aún sentía pánico, y les dio el retrato hablado de un monstruo de dos cabezas, una como de dragón botando baba por la boca y otra horrible cara de color marrón que cantaba desafinada, y tenía por debajo un sinfín de patas que silbaban como llamando al diablo.

 

-¿y por donde se fueron?

Interrogaba los gendarmes:

 

-¡Por ahí!   ¡Por ahí!… y señaló la entrada del parque, temblándole aún sus piernas.

 

Los policías impresionados por el cuento del vendedor, decidieron esperar refuerzos militares, estos llegaron con armas de última tecnología, uniformes contra balas de alto calibre y contra fuegos, incluso los producidos por escapes de uranio y plutonio, cascos recubiertos de metales recién declarados que impedían cualquiera intromisión craneal, sin contar con las sogas y otras armas especiales, en fin tenían “con que” atrapar cualquier monstruo.

 

Sigilosos ingresaron por las dos entradas del parque buscando al dragón de dos cabezas, hurgaron todo, hasta levantaron las raíces de los apamates sin encontrar nada.  Casi estaban apunto de marcharse, cuando vieron a lo lejos unas sombras moviéndose.

El coronel que dirigía la operación llamada por ellos “la caza del Dragón uno”, les ordenó aplicar la técnica de las tijeras (esta  consistía que los “mas nuevos” fuesen las afiladas y bien amoladas  hojas que al cerrarse no dejaban pasar nada y el otro grupo –los de mayor antigüedad- serían los “mangos” que estarían en la retaguardia, prestos a juntarse para evitar que el enemigo los alcance… y que los “mas nuevos” huyan), y el eje que estaría en el centro (considerado el punto común donde convergen ambos ejércitos …protegiéndolo a él…por supuesto).

 

En la medida que se acercaban sigilosamente a las sombras comenzaron a distinguirse sus perfiles. Vieron un bulto grande y gordo tendido del lado izquierdo, cerca de el estaba una figura femenina muy pequeña cuya boca chorreaba algo rojo y espeso que parecía sangre, otra fémina estaba en el suelo tapado todo su cuerpo de una sustancia marrón y un poco mas allá, como dormida, algo que les recordaba un pequeño cuadrúpedo.

 

¡QUIETOS!!! 

 

Fue el grito del oficial desde una distancia segura, pero nadie se movió -parecen muertos- pensó y esto envalentonó al militar, logró pararse al lado del bulto grande dándose cuenta que era simplemente un caballo, las otras eran tan solo dos niñas embarradas de salsa de tomate y lodo, y el pequeño cuadrúpedo era simplemente una perrita…y todos durmiendo una siesta…

 

A su alrededor las hormigas hacían desguace con las migajas de “perro-calientes” dejadas por los huéspedes.

 

El Coronel tomó unas fotos de los comensales y se alejó en silencio con sus tropas para no despertarlos. Cuando estaban suficientemente retirados ordenó a sus hombres quitarse algunos uniformes, llevarlos a donde estaban unos restos de arboles grandes, colocar el silenciador a todas las armas y disparar hacia ellos. Al acabar el fuego, rescataron sus maltrechos uniformes y se marcharon a su comando.

 

En la mañana siguiente todos los periódicos, mostraban como primera página una foto de los militares con sus uniformes chamuscados, acompañados del comunicado siguiente: “el ataque que tuvieron que soportar nuestras fuerzas armadas, ante la invasión de algunos seres extraños, que ayer causaron pánico y desaciertos a buena parte de nuestra población,  fue terrible, pero gracias a nuestro gobierno que ha aumentado casi más del 1000% nuestras dotaciones de última generación, pudimos salir airosos de este “encuentro cercanos de tercer tipo”.

 

Mas abajo había otra foto donde aparecían: Pepe Pedro, Mariana, Clara y Melodi con el siguiente escrito: “Estamos haciendo el censos de nuestros habitantes para averiguar cuales de ellos fueron arrancados de nuestro planeta. Los de esta fotografía fueron una parte de los seres (dos niñas, un caballo y una perrita) rescatados por nuestra fuerzas armadas, que cuando los conseguimos ya estaban hipnotizados y prestos a ser secuestrados por los extraterrestres.

 

Si usted tiene algún desaparecido, por favor comuníquese con nuestro teléfono

 “no te vayas mi amor” o “6683-82557-642667”.








viernes, 21 de febrero de 2014

"El concierto de José" por Daniela Gamez (El cuadro de la semana)

"El concierto de José" (pintura y escrito por Daniela Gamez

“El concierto de José”

Yo estoy en el concierto de José, todos están muy emocionados esperando que empiece a cantar, luego de 10 minutos de espera, se presenta y comienza a cantar, los que estamos en el concierto , lo aplaudimos, su canto es tan bonito que nos llega hasta el alma.

Estoy en las gradas, las entradas V.I.P, además de ser muy caras, estaban agotadas. Gracias a mis padres que me permitieron venir al concierto.

Toda la banda suena espectacular, pero quien más me entusiasma es el baterista, toca demasiado bien, sus redobles y sus platillos son espectaculares.

José luce su camisa amarilla con pantalón azul, su voz es un éxito, casi todos los presentes coreamos sus canciones, el guitarrista brilla como un sol. Su guitarra azul, lo acompaña con un pantalón rojo y una camisa rosa.

Al finalizar, aplaudimos emocionados, esto hizo retumbar el Poliedro. Aparece nuevamente José con sus acompañantes y luego de pedir silencio, cantan a capela… ¡Es nuestro himno!, los pelos se me paran y siento escalofrío.

Le doy gracias a mis padres por dejarme ver este hermoso espectáculo.

Daniela Gamez


lunes, 17 de febrero de 2014

El Néctar de la flor de loto (dibujo y cuento de: Bárbara Briseño)

Dibujo y cuento de: Bárbara Briseño.

El néctar de la flor de loto

Era un hermoso día soleado en el Bosque Milagroso, como siempre las mariposas salían a buscar el néctar, una de ellas, la más pequeña, pero también la más  lista  se adentró hacia la laguna, allí, recién floreciendo, estaba una flor de loto muy bonita, al acercársele la mariposa la flor la detuvo en seco:

-Que tal Mariposilla, me supongo que buscas mi néctar…pero para obtenerlo tendrás que pasar algunas pruebas.

La mariposita extrañada le contesta:

-¿Pruebas? Mejor me voy a buscar otra flor.

 En ese instante la flor terminó de abrir sus pétalos, y un exquisito olor se esparció por toda la superficie del agua.

La mariposa al sentir aquella fragancia,  se detuvo diciendo como pretexto:

¡Qué pruebas ni que tareas! Mejor me marcho…

-Espera, si te digo que tienes que pasar una pruebas, contesto la flor, es porque mi néctar no lo encontraras en otro lado…sabes mi néctar es mágico, tiene la cualidad de abrillantar las alas y en el caso de pasar las pruebas serías la mariposa más hermosa del mundo.

-Ok, ahora que me dices esto, quiero saber cuál es la primera prueba.

-Escucha mariposita, en total son tres las pruebas que debes pasar…

 ¡y no me interrumpas ¡

La primera es que me contestes ¿cuánto de valor tienen tus alas?
La segunda ¿qué es lo mejor que harías con tus alas nuevas?
Y la tercera ¿Cómo crees que eres por dentro?

La mariposa se extraña de lo fácil que eran las preguntas… y empieza:

-no sabría vivir sin mis alas, ellas me llevan a todas partes, veo desde lo más alto las cosas más pequeñas, por eso las cuido mucho, y que me disculpe el gusano no me imagino transportarme por el suelo, para mí sería la muerte.

-¡Perfecto! Dice la flor, ahora respóndeme la segunda.

-Sabes, las que tengo me son, como te dije, muy útiles, pero si fuesen más grandes y más llamativas, me servirían para  volar al atardecer y  muchas más mariposas podrían verme, aunque estuvieran más lejos. 

Les lograría avisar donde se encuentra la mejor comida o donde habría un peligro, y luego al final del día revolotear con sonrisas para el triste y esperanza al desesperado.

La flor estaba contenta por lo que había escuchado, sin duda la mariposita se merecía las hermosas alas, pensó: “por aquí han pasado muchas mariposas, algunas vanidosa, histéricas, mal humoradas, pero ninguna habían podido dar respuesta, ahora debo esperar la contestación a la tercera pregunta y tomaré una decisión”.

La mariposita tenía a “flor de labios” su respuesta:

-Mira hermosa flor, mi alma está llena de vida y me gusta mostrársela a los demás, voy a los rincones solitarios donde abunda la tristeza y con mis colores reparto alegrías, dándole paz al que la necesita.

La flor satisfecha y contenta le dice: “mariposita acércate, toma mi néctar, has tuyas esas alas y márchate, sigue llevándole alegrías y esperanzas al mundo…

…Que de verdad las necesitan…”

Cuento de Bárbara Briseño