Un lugar para los sueños: junio 2012

4ta y última parte de la entrevista sobre la exposición dedicada a Alí Primera

UN LUGAR PARA LOS SUEÑOS

Entrar en la escuela de Simón Oliveira, en un día de clase, es penetar en el mundo del "realismo mágico" de Garcia Marquez.
Primero tienes que tener cuidado de no tropezar con algún muchacho que pinta acostado o en cuclillas en pleno suelo, luego tienes que esquivar: caballetes, taburetes, pinturas y cuadros, que como un laberinto, te obligan a encontrar el escitorio del maestro (y a veces al mismo maestro); si logras sentarte (te recomiendo revises primero la silla que te ofrecen, por si tiene manchas de colores "frescos"), al comenzar la conversación debes estar "ojo pelo" con los espadachines (llevan pinceles, como espadas, empatucados de pintura) que a cada 3 minutos se acercan, para preguntar, si esa es la tonalidad que lleva el cuadro... y el colmo (di gracias a Dios por no saludarlo con el normal apretón de manos) los muchachos prueban el color, utilizando como lienzo, las arrugadas manos del maestro.
De esa... ¿conversación? logré escuchar -en medio de la bullería de los alumnos- algo de la exposición que se iba a realizar.
El maestro, después de literalmente desembarazarse de dos alumnos que se le guindaban, acribillándolo a preguntas,me llevo a ver la pinturas. Y confieso que agradecí me dejaran sola,en ese instante fue que comprendí lo mágico de esta escuela.
Pude conocer a "Napoleón" con su botella, miré a "Mama Pancha ordeñar su jorrita, Simón me saludo con su "tonada" y pude ver "los versos escritos en la pared de una prisión".
Recordé mis años de estudiante en la Central, los conciertos en el Aula Magna, los graffiti: "prohibido prohibir" (mayo'68), "Bolivar Auxilio"(años'70), los planazos, las bombas lacrimógenas, la Digepol... y esas canciones de esperanza, que un muchacho "pelúo", llamado Alí, interpretaba allí, en la "tierra de nadie".
Lloré calladamente, pensando: en que bendita esquina dejé mi juventud... me iba a retirar muy triste, hasta que una voz pequeñita me dijo: "Niña-vieja no llores, ven a jugar conmigo, con mi luna solitaria como tú, con mis muñecas de trapo..." Busque la voz y vi a "Zobeida" arrugada como yo, en su mano cargaba una muñeca... y me susurro su nombre... "Mira se llama Libertad".
Maria Isabel Padilla
Caracas,18 de junio de 2008

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miércoles, 6 de junio de 2012

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